EN EL ESPEJO
Me preguntas con el gesto altivo y contrariado
por qué me miro al espejo, por qué me detengo
cada mañana en las leves fisuras del rostro
y me recreo en mi yo como un narciso efebo.
Me censuras con tu grave lengua enajenada
de serpiente que aún conserva el más sutil veneno,
si acaso me creo guapo a mi edad todavía,
si no me doy cuenta del exceso que cometo
al contemplarme así, en adoración absoluta.
Con sobria irónica solemnidad te contesto
como quien tiene ya bien meditado el asunto:
“Qué sería de mí si abandonara a mi espejo,
qué sería de mí si pasado el tiempo fiero,
me encontrara en cualquier viejo estanque o fútil luna
y no me reconociera”.
Autor: Fernando Sánchez Mayo.
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