El licenciado Vidriera: “Yo no soy bueno para palacio, porque tengo vergüenza y no sé lisonjear”

Ilustrador: Ricardo Polo López - Banco de imágenes del Ministerio de Educación

Ilustrador: Ricardo Polo López – Banco de imágenes del Ministerio de Educación

 

Tomás Rodaja es un estudiante que viaja a Salamanca. Una vez licenciado allí con honores, viaja a Italia acompañado de un noble.

El capitán, que don Diego de Valdivia se llamaba, contentísimo de la buena presencia, ingenio y desenvoltura de Tomás, le rogó que se fuese con él a Italia, si quería por curiosidad de verla; que él le ofrecía su mesa y aun, si fuese necesario, su bandera, porque su alférez la había de dejar presto.

El estudiante pierde la razón a causa de una pócima que le han dado en secreto: Tomás Rodaja cree que tiene el cuerpo de vidrio y que es tan frágil que en cualquier momento puede romperse en mil pedazos.

– Yo apostaré que lleva aquel juez víboras en el seno, pistoletes en la cinta y rayos en las manos, para destruir todo lo que alcanzare su comisión. Yo me acuerdo haber tenido un amigo que, en una comisión criminal que tuvo, dio una sentencia tan exorbitante, que excedía en muchos quilates a la culpa de los delincuentes”.

(…)

– Sepa el señor licenciado Vidriera que un gran personaje de la Corte le quiere ver y envía por él. A lo cual respondió:

– Vuesa merced me excuse con ese señor, que yo no soy bueno para palacio, porque tengo vergüenza y no sé lisonjear.

 

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